«…juntaos a Jehová con pacto eterno…» (Jeremiah 50:5).
La Biblia registra una procesión de pactos. Aunque algunos pactos son de origen divino, es decir, Dios los hizo con la humanidad, otros son aquellos que los hombres hicieron el uno con el otro por varias razones. Los pactos que Dios hizo con los hombres también son por razones específicas. Estos fueron hechos con una intención y un propósito divino en la mente de Dios. Cada palabra de esos pactos, que Dios hizo, son Suyos. El hombre sólo tiene que aceptar las palabras de Dios en estos pactos, o rechazarlos y perder las bendiciones sagradas que pertenecen a cada pacto. Por lo tanto, se ve a través de todo el texto bíblico que la “relación de pacto” es un tema predominante que ha sido establecido por Dios.
No hay menos de siete pactos importantes enumerados en el Antiguo Testamento que son reconocidos por la mayoría de los eruditos de la Biblia. Estos pactos son los siguientes: el Pacto Edénico (Génesis 1: 26-31), el Pacto Adámico (Génesis 3), el Pacto Noéico (Génesis capítulos 6-9), el Pacto Abrahámico (Génesis 12: 1-3), el Pacto Mosaico (Éxodo 19: 1-8, Éxodo 24: 1-7), el Pacto Davídico (2 Samuel 7-:10-17, 1 Crónicas 17: 1-15), y el Pacto de nuestro Señor Jesucristo (Isaías 42 : 6, Isaías 49: 8, Mateo 26: 26-29, Lucas 22:19, 20). También hay que recordar que las palabras “pacto” y “testimonio” son intercambiables.
Mientras que los siete pactos anteriores son reconocidos por los eruditos bíblicos, hay otro pacto que ha sido muy descuidado por la mayoría de estos supuestos eruditos o teólogos; siendo éste el pacto que uno toma para convertirse en miembro del Cuerpo de Cristo – La Iglesia de Dios. Aunque la Palabra de Dios no declare plenamente, en tantas palabras, que existe un pacto especial que uno toma para convertirse en miembro del Cuerpo de Cristo, todas sus propiedades se encuentran seguramente dentro de las páginas del Sagrado Texto. Este pacto es el único que una persona puede tomar o afirmar su palabra a fin de convertirse en un miembro del Cuerpo de Cristo.
Aunque la composición exacta de las palabras de este pacto no se encuentran en la Palabra inspirada de Dios, las palabras de este pacto descansan firmemente sobre todos los principios divinamente inspirados de las Sagradas Escrituras tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento no da la redacción específica del pacto de la Iglesia. Ni siquiera dice, en ciertas palabras, que los primeros Apóstoles y Ancianos de la Iglesia usaron formalmente un pacto verbal para unir a los miembros al Cuerpo de Cristo. Sin embargo, hay varios puntos de interés vitales que deben ser considerados. Algunos de estos son los hechos que el Nuevo Testamento proporciona una doctrina definitiva sobre el pacto, hay ciertas normas Bíblicas para la membresía de la Iglesia, la Biblia da a la Iglesia la autoridad para gobernarse a sí misma bajo la teocracia de Dios, y Jesús mismo, dio autoridad a la Iglesia para disciplinar a los miembros insubordinados e incluso retirar la confraternidad de ellos cuando sea necesario. Por lo tanto, un pacto es presupuesto.
En acuerdo con esta doctrina, y con la autoridad bíblica, La Iglesia de Dios ha establecido, a través de uso prolongado, una obligación sencilla pero directa, conocida como el pacto verbal para los solicitantes que buscan membresía en La Iglesia de Dios. Sólo mediante la iluminación del Espíritu Santo puede un individuo recibir luz espiritual y conocimiento revelador concerniente a la visión bíblica del Cuerpo de Cristo y la necesidad de hacerse miembro.
“¿Promete usted sinceramente, en la presencia de Dios y estos testigos que acepta esta Biblia como la Palabra de Dios—creer y practicar sus enseñanzas correctamente divididas – el Nuevo Testamento como su única regla de fe y practica, gobierno y disciplina y andar en la luz a su mejor conocimiento y habilidad?”Pacto de Membresía de la Iglesia
El criterio para la membresía de la Iglesia es simplemente este: 1) el individuo debe ser salvo; 2) él o ella debe estar dispuesto a caminar en la luz de la Palabra de Dios mediante Dios ilumina Su luz sobre su camino. Dios sólo le dará a una persona luz de acuerdo a su conocimiento y habilidad para recibir y responder a ella.
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