Hay muchas preguntas en esta vida que pueden dirigir a la incertidumbre. ¿Desea tener propósito y significado en esta vida desafiante? ¿Se siente como si estuviera solo? ¿Conoce a Jesús como su Señor y Salvador personal? La Palabra de Dios tiene una respuesta para cada una de estas preguntas, y Dios tiene un propósito para su vida. La respuesta a todas estas preguntas comienza reconociendo nuestra necesidad de salvación que sólo viene a través de Jesucristo.
La Palabra de Dios nos dice que “…así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó á todos los hombres, pues que todos pecaron” (Romanos 5:12). El escritor de este libro también declaró: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Cuando Adán pecó, la relación pacífica del hombre con Dios fue interrumpida y quebrantada, y cada alma que ha nacido en el mundo desde entonces ha necesitado ser reconciliada con Dios. Dios, en Su infinito amor y misericordia, proveyó un camino – Su Hijo unigénito – para que toda la humanidad pudiera ser restaurada.
La Palabra de Dios nos revela que “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22). La muerte viene a los que son culpables de pecado; sin embargo, la libertad del juicio de la muerte está disponible a través de Jesucristo. “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador; El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2: 3, 4). Dios es un Dios misericordioso que “…no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
El recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador personal no es un proceso difícil y es la decisión más importante que usted hará en su vida. “…El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio” (Marcos 1:15). El primer paso para ser restaurado a Dios es creer en el Evangelio que ha escuchado. El Evangelio son las buenas nuevas de Dios que nos ha dado un Salvador para salvarnos de nuestros pecados. Cuando escuchamos las buenas nuevas, debemos creerlo y aceptarlo como verdad por medio de la fe. Tal vez usted ha escuchado el Evangelio y ha sentido culpa por haber pecado contra Dios. Este es el Espíritu de Dios trayendo convicción por sus pecados y acercándole hacia Él.
“Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que arrepentirse…” (2 Corintios 7:10). La convicción y el dolor que es según Dios le inducirán a arrepentirse de sus pecados y abandonar su pecado y la manera pecaminosa de vivir. “Cercano está Jehová a los quebrantados [convictos] de corazón; Y salvará a los contritos [arrepentidos] de espíritu” (Salmos 34:18).
Una vez que se haya arrepentido puede aceptar el perdón de Dios. Su Palabra nos asegura que una vez que creemos y nos arrepentimos somos “Justificados [vindicados de nuestro pecado y culpa] pues por la fe [simplemente creyendo], tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5: 1). ¡Estamos delante de Dios perdonados y aceptados como si nunca hubiéramos pecado! Dios promete: “Porque seré propicio a sus injusticias, Y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más.” (Hebreos 8:12). Inmediatamente después de ser justificados por la fe, Dios comienza su obra de regeneración en las partes más profundas de su corazón. Esta es una renovación en la cual se pasa de la muerte espiritual a la vida espiritual. Es nacido de nuevo en el Reino de Dios – una nueva criatura en Cristo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Ahora que ha aceptado la salvación que Dios proveyó para usted por medio de Jesucristo, la Palabra de Dios amonesta a profesar a Cristo con valentía: “Cualquiera pues que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos. Y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32, 33).
Si ha aceptado a Cristo y le ha pedido perdón, ha experimentado la mayor alegría que cualquiera puede tener en esta vida. Ya no está atado por el pecado, y es libre de comenzar su nueva vida viviendo para Dios. Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador, ¡le animamos a compartir su testimonio con nosotros! Usted está comenzando una nueva vida con Cristo, y nos gustaría ayudarle a medida que comienza esa jornada con Él.
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