Recordando el Sacrificio de Cristo
La Comunión y La Santa Cena

“Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dió á sus discípulos, y dijo: Tomad, comed. esto es mi cuerpo. Y tomando el vaso, y hechas gracias, les dió, diciendo: Bebed de él todos; Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados. Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mt. 26:26-29).
El Diccionario Merriam-Webster define la palabra “comunión” como un grupo de personas que comparten la misma fe religiosa; una participación o celebración de la Eucaristía o La Santa Cena. La palabra “comunión” también conlleva la connotación de confraternidad. Por lo tanto, al participar de la comunión, se participa en un acto de comunión con los demás santos de Dios. La comunión del Nuevo Testamento significa que todos los que participan de la mesa del Señor caminan bajo la misma luz de la Palabra de Dios. “Mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn. 1:7). Esta es la verdadera comunión. Metafóricamente, participamos del Cuerpo del Señor al observar esta ordenanza; estamos en comunión con Él.
Un Momento de Autoexamen
La Comunión debe celebrarse con la misma santidad como fue prevista por Jesús cunado instituyó esta ordenanza. Por lo tanto, se debe hacer un examen de conciencia y mostrar reverencia antes de participar del pan sin levadura y del fruto de la vid, el jugo de uva. Debe hacerse un examen de la vida personal antes de participar de la Cena del Señor, para no ser hallado en estado de condenación ante un Dios santo. La vida de cada participante debe ser moldeada por la Palabra de Dios. El apóstol en 1 Pedro 4:17 declara: “Porque es tiempo de que el juicio comience de la casa de Dios: y si primero comienza por nosotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?”
“De manera que, cualquiera que comiere este pan ó bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno á sí mismo, y coma así de aquel pan, y beba de aquella copa. Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen. Que si nos examinásemos á nosotros mismos, cierto no seríamos juzgados” (1 Co. 11:27-31).
La palabra “indignamente” significa irreverentemente. Quienes no tienen un sentido de reverencia piadosa participarán de la Santa Cena sin respeto por el cruel castigo y la muerte que Jesús sufrió para comprar la salvación de la humanidad. Al participar de manera tan irreverente, sería como si ellos mismos hubieran crucificado a Jesús o hubieran dado su consentimiento para Su muerte. Serían condenados junto con quienes crucificaron al Salvador.
Criterios de Participación
“Porque lo primero, cuando os juntáis en la iglesia, oigo que hay entre vosotros disensiones; y en parte lo creo. Porque preciso es que haya entre vosotros aun herejías, para que los que son probados se manifiesten entre vosotros. Cuando pues os juntáis en uno, esto no es comer la cena del Señor. Porque cada uno toma antes para comer su propia cena; y el uno tiene hambre, y el otro está embriagado. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿ó menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis á los que no tienen? ¿Qué os diré? ¿os alabaré? En esto no os alabo” (1 Co. 11:18-22).
Pablo, en la primera carta a la Iglesia de Corinto, detalla los criterios para participar en el servicio de la comunión. Cualquiera que cause divisiones dentro de la Iglesia debe abstenerse de participar en la comunión (versículo 18), y los herejes no deben participar (versículo 19). Los versículos veinte al veintidós exhortan a los participantes a no convertir la Santa Cena en una fiesta social. No debe haber avaricia en la vida de los miembros y ministros (versículo 22), ni intemperancia ni embriaguez (versículos 21 y 22). Se les advierte a quienes desprecian a la Iglesia —el gobierno, la doctrina y otras prácticas— que no participen en el servicio. Los miembros menos afortunados no deben ser despreciados ni se les debe prohibir participar en la comunión (versículo 22).















