Un Símbolo de Humildad, Servicio y Confraternidad
El Lavatorio de Pies

Todos los cristianos deben andar en la luz de la Palabra de Dios. Andar en la luz significa observar cada ordenanza poniéndola en práctica. El servicio del lavatorio de pies es un momento sagrado para todos los que participan en la comunión de esta ordenanza. El lavatorio de pies de los santos se instituyó para conmemorar el corazón de un verdadero siervo en la vida de los creyentes.
[Jesús] Levántase de la cena, y quítase su ropa, y tomando una toalla, ciñóse. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó á lavar los pies de los discípulos, y á limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino á Simón Pedro; y Pedro le dice: ¿Señor, tú me lavas los pies? Respondió Jesús, y díjole: Lo que yo hago, tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después. Dícele Pedro: No me lavarás los pies jamás. Respondióle Jesús: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Dícele Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza. Dícele Jesús: El que está lavado, no necesita sino que lave los pies, mas está todo limpio: y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le había de entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. Así que, después que les hubo lavado los pies, y tomado su ropa, volviéndose á sentar á la mesa, díjoles: “¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis, Maestro, y, Señor: y decís bien; porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos á los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis” (Jn. 13:3-17).Siempre hay un momento de gran alegría y confraternidad cuando la ordenanza del lavatorio de pies se practica con entusiasmo y con el espíritu apropiado: el espíritu de un siervo. Muchas organizaciones religiosas han dejado de observar la ordenanza del lavatorio de pies. Parece que mucha gente ha asociado erróneamente el lavatorio de pies con el acto de hospitalidad que existía en los países orientales. Es común que, cuando un huésped llega a la casa de alguien, un sirviente coloque una palangana con agua para que el viajero lave sus pies. En ocasiones, el dueño de la casa encargaba a uno de sus sirvientes que le lavara los pies a su huésped. Posiblemente, este sea el modelo de la ordenanza; sin embargo, su propósito va mucho más allá de esta simple muestra de hospitalidad.
Se cree erróneamente que el lavatorio de pies es una práctica para quienes estaban presentes con Jesús y solo por ese tiempo. El texto bíblico no menciona un lapso establecido para cancelar esta práctica. Es un hecho que la Iglesia primitiva lo practicaba como una ordenanza. Jesús dijo en Juan 13:14-17: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos á los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis”. Una lectura atenta de este texto revela varias cosas. Primero, no se estableció un plazo para cesar la práctica del lavatorio de pies. Las propias palabras de Jesús: “vosotros también debéis lavar los pies los unos á los otros” y “bienaventurados seréis, si las hiciereis”, dan lugar a la siguiente pregunta: ¿Por qué alguien querría suspender un evento que resultaría en ser bienaventurado en un mundo de tanto dolor y aflicción? Jesús también amonestó a Sus seguidores a seguir el ejemplo que Él les dio. Todos los cristianos de todas las generaciones deben continuar practicando las mismas enseñanzas que la Iglesia del primer siglo.
Otra mención del lavatorio de pies se hace en referencia a las mujeres que debían ser contadas entre las viudas verdaderas de la Iglesia. “… si ha lavado los pies de los santos…” (1 Ti. 5:10). Si el lavatorio de pies solo lo practicó Jesús, ¿por qué se exigió que una mujer fuera aceptada en el número de viudas? Dado que Dios no hace acepción de personas, cabe concluir que todos los santos recibieron la ordenanza divina de lavar los pies de los santos.
Existe evidencia contundente de que Jesús ha puesto mucho cuidado y preocupación en la ordenanza del lavatorio de pies. Si una persona participa en el lavatorio de pies y está impura de alguna manera, está traicionando a Jesús al practicar la ordenanza como un participante indigno. Quienes participan en el lavatorio de pies deben mostrar un espíritu de humildad y unidad. La ordenanza debe ser un reflejo de nuestra aceptación mutua como hermanos y hermanas en el Señor. Por lo tanto, un espíritu de servicio se activaría mediante la verdadera humildad y comunión en el Cuerpo de Cristo mientras la Iglesia se lava los pies unos a otros.















